jueves, 12 de junio de 2014

¿Metamorfosis?

    El viento sopla afuera. Me acompaña tras la ventana, meciendo una vista de frutales que casi arañan las nubes de cúpula resplandeciente, dorada, brillante. 
    El Sol viene y se va. Viene y se va. Me besa y me abandona de nuevo.
Tres palomas torcaces componen el inicio de algo de Tiersen sobre el tendido eléctrico. A pesar de todo, sigo viendo música hasta donde no la hay.
    No acecha lluvia, y me alegra no haber vuelto a ver el ría inundado, teniendo en cuenta todo lo que un día precedió.
    Me pregunto, en estos frecuentes momentos de debilidad, si merece la pena seguir viviendo. O si yo la merezco. No es que piense que la existencia, en sí, sea inútil; simplemente, no me veo lo suficientemente valiente como para cumplir todos los sueños propuestos. Creo que nunca dejaré de ser esa lista de promesas en un cuaderno negro. Aún no he conseguido tachar ninguna.
    Quizás sería preferible olvidar toda mi naturaleza, y quedar protegida en un eterno letargo. Hibernar en una crisálida de seda hasta que mi alma considere oportuno dejar de dolerme.
Tal vez, cuando despierte, el mundo se habrá convertido en una preciosa mariposa.