miércoles, 26 de febrero de 2014

ODISEA

  Encontré a mi alma por sorpresa en la cima de las nieves perpetuas de la montaña que comenzaba, con gran letargo, a amanecer. Aquel helador insomnio parecía, a primera vista, estar a siglos del suelo, mas poco a poco se disipó la niebla que me cegaba y allí estaba: a una hora de bajada escarpada, sembrado el inexistente camino por galgas afiladas como si Zeus las hubiese pulido a mano, fluía, incesante, el río rumoroso y cristalino, asalvajado. Seguía su huida la bruma y cruzose por mis ojos un corzo de pelaje aún moteado. Dulce y joven, desde la orilla observaba el agua con desesperación y rabia por su pata quebrada; culpable fue el cepo que de ella colgaba, o eso dedujo mi pena. ¡Pobre, que lo vi entonces persiguiendo el río y aún no lo encuentra! Ansiaba la libertad que el deshielo le otorgó al agua y que al cervatillo negó la primavera.
  La escena me obligó a apartar la mirada, que ya sufría más por mí que por él, y al tornar descubrí, prolongándose desde el final de la suave ladera de hierva, un vasto prado reinado por jaras, lavandas y amapolas que compartían el mandato sobre las blancas alevillas que vibraban sobre el rocío. Descendí al son de los jilgueros, deslicé mi cuerpo por el verde de natura. Pero me envenenó, de pronto, el ardor de la verdad: nada de mullidos helechos ni perfectas scabiosas, todo eran traicioneras ortigas.
  Parecía no encontrar su fin aquel dolor, que era más por la decepción que me supuso el Edén que por el urticante ataque a mi piel desamparada, cuando de repente apareció, como en mitad de un sueño, el mar. Sin playa ni cal que lo precediera, el mar súbito e inesperado, eternamente en calma, inexorable, extenso hasta el infinito, el mar.
Ansiada paz, ansiado refugio. Desterrado quedó mi caos.

domingo, 9 de febrero de 2014

Shine on you crazy diamond

Todo esto acabará explotando, pero hasta que explote, quédate con lo bueno. O quédate, a secas, y consigue que yo huya de mis propios fantasmas. Yo te dejo que captures y hagas posesión tuya de todo lo que veas aquí; prometo que la conquista será fácil, sólo te ruego que descartes el asedio, no aguantaría mucho la sed sin ti; te prometo que no opondré resistencia, ya sabes.
Que cualquier solo de jazz no es lo mismo si no estás aquí, e incluso empiezo a plantearme la etimología, origen y ascendencia de la música cuando oigo a tus dedos paseando por mi pelo. ¿Qué has hecho? Últimamente las reflexiones inundan mi cabeza, tan llena de letras desordenadas que buscan desesperadamente la reacción a tu nombre, tan inalcanzable. A tu llegada incluso parece que se han ido muchas sombras, pero a la vez luchan con mi razón para quedarse, porque a pesar de todo sigo sintiendo que eres demasiado y yo no soy nada ni tú algo que merezca, y sigo pensando que todo lo mejorable debe mejorar.
Bésame las penas, alégrame las cicatrices, cúrame los días y bébete mis noches. Tengo mucha piel para que la desgastes y todo el tiempo del mundo para esperar a que lo hagas.

Repito, ¿qué cojones has hecho? ¿Qué hago escribiéndote esto? Demasiado bonito todo, mucha mierda, mucho sueño suelto volando sin motor. El golpe será precioso.