miércoles, 8 de abril de 2015

Una preciosa casualidad química

El dolor nos humaniza, es cierto. Sin embargo, la tristeza se está convirtiendo, hoy, en un objeto incluso de vergüenza. ¿¡Por qué!? ¿Hay, acaso, un momento en el que nos gobierne la debilidad, la intrascendencia de nuestra vida, más que en el llanto? ¿No somos, al fin y al cabo, ínfimas motas pensantes, egocéntricas en nuestra especie, perdidas en un mundo y un Universo que no se preocupa por nosotros? ¿No somos, al fin y al acabo, una preciosa casualidad química? 
Aprovechemos, pues esta maravillosa evolución para tomar conciencia de nuestro arjé. Juguemos con nuestro trágico destino y hágamonos dueños de nuestra esencia humana, universal y estelar. Solo así podremos mirar al sufrimiento a los ojos y ver su belleza, eterna belleza que nos condiciona y que nos da la vida.