miércoles, 7 de noviembre de 2012

Pain, life, love. An illness.

Escalofríos. Últimamente me recorren escalofríos por todo el cuerpo cada vez que pienso en esta oscuridad, en este negro tan absoluto en el que me hundo. El pozo sin fondo del que no puedo escapar, porque ese pozo soy yo misma.
Escalofríos, hasta las muñecas. Hasta los huesos que tanto busco, hasta el alma. Este hueco en el pecho, este dolor. El humo en la garganta, que intenta llenarlo, en vano. Cada noche, cada día, las lágrimas vuelven a vaciarlo. Y vuelve a quedar negro, solo negro. Todo negro. Hondo.
Son sombras que, en  mis ojos, hacen contraste con mi piel. Tan blanca, tan nívea, tan fría. Los dedos huesusdos, ásperos en las yemas, se manchan de rímel cada vez que intentan ocultar lo inevitable.
Y si no lo hicieran, si estas agujas no intentaran ocultar mis ojos, mis sombras, sería irrelevante.
Yo, soy transparente. Invisible. Más que de cristal, de hielo. Nadie parece verme. Ni escucharme: llevo tiempo gritando un incesante ayuda a los oídos de la gente. Sin respuesta, acorde con el resto de sus acciones
Pero ahora, me estoy quedando sin voz.

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