domingo, 24 de noviembre de 2013

Aquí te quiero.
Cooperan el amor y la desesperanza para recordarte,
a ti y a tus manos,
y a los bucles pendientes al borde de tu frente;
a los lunares que nunca te alcancé a contar,
y a tus domingos hechos de insomnio,
nuestros domingos...

Aquí te evocan unos amargos ojos desconsolados.
¡Inundación terrible! Arduo reflejo del alma.
¡Inundación terrible! Sal que colmaría el más árido de los océanos,
viento de las profundidades del desierto,
si bien más abisal es mi pecho vacío.
Terrible calma que sucede ya no a la tormenta,
mas al huracán que de sueños formaste
y en tormento acabó derivando.
Deja respirar a esta pena.

Aquí te anhelo.
Podría escribir los versos más tristes esta noche, como dice Chile,
porque ya no volverán las golondrinas,
no a velar mi sueño, tampoco a custodiar mi olvido;
ni un la menor lograría retornarlas.

Aquí muero. ¡Muero! ¡Me desvivo!
Porque hayas preferido a mis flores su grito.




No hay comentarios:

Publicar un comentario